domingo, 9 de diciembre de 2012

Cuento Mafer Morán


El poeta

El diagnóstico no es favorable, alcanzo a escuchar que no hay marcha atrás.
Pienso en todos mis familiares, amigos vestidos de negro, pienso en el tema de conversación en el que estoy a punto de convertirme cada noviembre, pienso en todas las historias en las que yo soy el héroe, para mis hijos, para mis nietos.
Seré la energía que cambia todo de lugar cuando no hay nadie, la que rompe los platos de cerámica cada que la gente le tema a lo fugaz de la vida.
Me estoy volviendo ese vientecito frío con un toque de mi loción favorita, el testimonio de otro mundo. Tengo tanto qué decir todavía, que a un poeta se le quiten todas las herramientas para escribir me hace sentir que todos estos aparatos saliendo de mi cuerpo son poco. Lo que me duele más es dejar  a mi esposa, nunca nos habíamos separado tanto tiempo, se que ella no me abandonará tampoco. Y me amará más cuando descubra todos los poemas que dejé para ella.
Odio esta cama donde ella no está.


La cama de hospital

La suerte está hasta en las cosas, aunque las personas digan que lo importante son las almas y el calor, los objetos tienen más poder.
Te colocan arriba o abajo, eres mejor o peor con sólo un objeto de más o de menos, en base a los objetos se procede a distinguir la realidad.
Pon a alguien en medio de todas sus pertenencias, y ellas hablarán por sí solas.
El hogar lo hacen las personas, pero se separa la sala del comedor a partir de los muebles que hay en él.
Me toca ser la cama de hospital que te recuerda la comodidad de la casa, lo bien que se sienten las sábanas que lava tu mujer. Me toca ser el objeto que te pone en una situación detestable.
Cuando ya no respires, tu cama será el lodo.


La esposa

Pensar en el lodo que se hace en el cementerio cuando llueve me da escalofríos, no quiero ir ni al funeral, quiero quedarme con su recuerdo viviente, con el amor que se que me tiene, no hace falta que lo vea en el ataúd para convencerme de lo que está pasando.
Esta cama era de nosotros, era el escenario de nuestros sueños, el restirador donde dibujábamos los planes a futuro, la oficina donde yo inspiraba sus poemas.
Pero ahora, odio esta cama dónde él ya nunca va a estar.


El titular del periódico

Se llevó a cabo la ceremonia de entierro del poeta, sorpendió que no estuviera su esposa presente a pesar del gran amor que se profesaban. Se cree que la esposa sufrió alguna alteración mental con lo de la pérdida de su esposo, ya que se supo que desechó la cama donde ellos dormían, en el cual unos pepenadores encontraron centenas de poemas inéditos dentro del colchón.

jueves, 6 de diciembre de 2012

"El Taller blanco" cuento, por Lourdes Gutiérrez


El trabajo de mi abuelo es muy especial: “pulidor de palabras”, como él dice. Al final del jardín de su casa hay un cuarto, “el Taller Blanco”. Del lado izquierdo de la habitación se encuentran cientos de libros sobre repisas de madera. En medio hay una mesa con hojas de papel, plumas, una pequeña canasta con piedras, un frasco con caramelos y dos sillas. Del lado derecho dentro de nichos en la pared, se encuentra la colección más hermosa de frascos de cristal. Todos diferentes. En su interior, hay piedras talladas a mano.
 Siempre que visito a mi abuelo nos encerramos en su taller; ahí sentados alrededor de la mesa, toma de la canasta un par de piedras para mi y otro para él.  Y comenzamos a trabajar: las miramos… las tocamos… las olemos… las frotamos, hasta alisarlas…
Mi parte favorita es cuando mi abuelo deja de pulir las piedras y se le transforma su cara; entonces toma una hoja y una pluma y me ofrece un caramelo del frasco de cristal. Mientras que yo lo saboreo, mi abuelo escribe. Por un rato sólo se escucha el raspar de la pluma y el tronar del caramelo dentro de mi boca.
Después mi abuelo sonríe, mira a través de sus lentes y me dice:
-¿Listo?
Y comienza a leer lo que escribió. Yo no comprendo, pero siento como si a mi corazón le dieran un caramelo. Me gusta cómo suenan sus palabras. Él las llama “poesía”.
Algunas veces tiene que volver a pulir piedras para seguir escribiendo. Podríamos pasar todo el día en el taller, pero la voz de mi abuela siempre nos interrumpe: “¡la cena está lista!”. Al entrar a la cocina cubiertos de polvo, todos saben una vez más que hemos estado trabajando en el Taller Blanco.

"La Fortuna de Bertha", poema infantil por Lourdes Gutierrez



En la granja vive Bertha la gallina
que sueña con tener inmensa fortuna
comprar un gran cohete de gasolina
y poder llegar lejos hasta la luna

“¿Cuántos billetes y monedas juntaré?
ya me voy al banco de prisa ¡hasta pronto!
en esta cartera dinero guardaré
regresaré más tarde con un gran monto”

En el banco frente a la doble puerta
a la gallina nadie la recibía
“ábranme de prisa que soy doña Bertha
¿para qué está usted señor policía?”

Al entrar clientes y cajeros miraron
si la gallina trajo su cochinito
“para sacar los centavitos, dijeron
y depositarlos hoy muy tempranito”

“¿Es la gallina de los huevos de oro?
denle pronto por favor una chequera”
en la fila todos se rieron a coro
“rápido que firme, sáquenla para afuera”
  
La gallina se salió tan enojada
que con cajero automático chocó
picoteó los botones muy frustrada
la máquina en un instante se bloqueó

Cansada de buscar aquella fortuna
durmió bajo la luz de la luna llena
despertó escasa de riqueza alguna
bajo sus plumas los huevos de la cena

Una mujer que a su lado caminaba
miró  a la gallina empollar cascarón
tomó uno de los tres que encubaba
pagó suficiente por tan gran perfección

Cuando el reloj señaló en punto la una
tomó la cartera con una gran cuenta
Bertha tiene una considerable fortuna
al gallinero regresó muy contenta

Las gallinas le dieron la bienvenida
“también queremos una fortuna
eres del gallinero la consentida
avísanos si el banco cierra a la una”
  
“¡Oigan todos!” la gallina cacareó
“el banco nunca regalará dinero”
al tiempo que sus billetes acarició
“se obtiene trabajando con esmero”

viernes, 16 de noviembre de 2012

POEMA: "DESVELO", por Juan Antonio Alfaro


DESVELO


Aquí abajo,  en la tierra: nuestro infierno 
El desvelo no es una opción
Es un libro mártir como lente sobre ojos
Luces que rayan la ventana de un enfermo
Espirales del saberse sólo.

Una mandrágora grita la próxima muerte
Y el Valium de la calma navega sobre la lengua.

Aquí el desvelo no es opción:
Es el ojo de la noche que no se cierra
Un mimetizado color venenoso
Un trago líquido de placer  corrosivo
Y luego, un ojo vigilante, otro que sueña
Y todo lo ven a través del cuerpo.

Aquí la hoja da vuelta en una elipse sin fin
El cigarro, el mezcal, el nuevo orden de las cosas
Pero nada importa más que la cronología del sueño.

El desvelo es aquí y no hay opción
De llorar espermas sin notar la vida próxima
La fase fálica del inconsciente sexual
Soltar el vuelo a las copas de los árboles
A las aves suicidas de la razón.

Unos ojos de eras prehistóricas se miran modernos
La vulnerabilidad de un estadio piagetiano perdido
7 días en vigilia mundana de la pupila y parpados.

(Otro mar de horas se disuelve gancho al hígado
                                             Otro YO naciente en la multitud de esporas
                                             Otro más desnudo de sílabas muertas
                                             Otro sintagma del nombre escrito en humo
                                              Otro envejecer despierto sin morir de noche)

Aquí es desvelo la oruga del mañana que nace
No hay otra opción más que pegarse al silencio infinito del poema
No nacer del sueño blanco de un romance
(El amor no será para nosotros mientras no despierte).

No es más que la hora de hundir los ojos en cloroformo
Volver metano el sueño sin ninguna espera
Declamar un verso sobre el magma del cuerpo
Escribir y escribir sobre los senos de la muerte
Y adentrarse en las piernas abiertas del delirio.

MICRO RELATOS, POR JUAN ANTONIO ALFARO




“7menos1”

Corrieron detrás de él unos diez perros, lo rodearon en un callejón, se acercaron enardecidos y le mordieron todo el cuerpo hasta dejarlo inerte. Al día siguiente descansaba plácidamente sobre un montículo de basura lamiéndose los bigotes. Era un gato con suerte. Todavía le quedaban 6 vidas.


“Uno de Aventuras”

El niño corrió por el bosque desesperado. Encontró un castillo abandonado y se refugió en él. Tomó la espada y un escudo que colgaban a un lado de la puerta principal y salió a hacerle frente al enorme dinosaurio que lo perseguía. El dinosaurio fácilmente lo cogió de la playera, lo arrinconó en una diminuta cueva, lo despojó de su espada, le acercó la boca con sus afilados dientes, y entonces…mamá lo despertó con un beso en la mejilla, era tarde para ir a la escuela.

martes, 10 de abril de 2012

"UNA CENA AGRADABLE", cuento, por silvia Cisneros

Ése lunes parecía ser un lunes común como todos los que yo había vivido. Hasta que cayó la noche y de la boca de mi madre salieron las palabras: “Mi’ja, baja, vamos a cenar”. Yo como toda buena niña cumplí con lo que mi progenitora me había inculcado desde que tengo memoria: poner los cuatro vasos que usábamos en mi casa junto con los manteles redondos con la orilla de color rosa mexicano que contrastaban con el mantel verde bandera. Aunque no lucían muy bien, y mira que ese “no muy bien” puede definir todo lo que mi familia era y por que no decirlo, también me puede describir.
En mi memoria siempre quedarán todas esas odiosas cenas que hasta mi último suspiro repudiaré, ese sentimiento de rencor, odio y asco que espero no volver a sentir jamás. Tal vez todo ese aborrecimiento comenzó porque mi madre de su menú nunca sacó la sopa de arroz rojo que nunca me gustó y aunque siempre le decía: “mami, hoy haz otra cosa, lo que sea, menos esa sopa”; ella nunca me escuchó.
Escuchar, eso era algo que ninguno de los tres miembros de la familia supo hacer. Y por eso, simplemente por eso, les pasó lo que les pasó.
Yo, ese lunes bajé primero, seguida por mi hermana, ¡Ah mi hermana! Si la diferencia tuviera cara seria la de ella y yo combinadas. El misterio de la Santísima Trinidad y el por qué somos hermanas, no logrará entrar en mi cabeza.
-¡Así no! ¡Estúpida! ¿Qué no has aprendido como poner los vasos después de tus miserables quince años de vida? ¡Ya ni la amuelas Gigi!
-Pues si no te gusta, hazlo tú. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta que me llames así? Mi nombre es Georgina.
-¿Y? A mí eso no me importa ya lo sabes.
-María deja en paz a tu hermana, por favor.
Este diálogo era el que siempre salía a relucir durante las veladas. Mi madre siempre benefició a María, aunque ella nunca llegó a confesarlo.
Un portazo dio aviso de que mi padre había llegado. Si hay un ser en esta tierra a quien realmente odie es él, sin duda alguna. Desde los tres años lo odio y llevo la cuenta de todas las malas caras, palabras y acciones a las que ha sometido y no lo digo por decirlo. Sí, las tengo contadas, en mi libreta de “Los Santos Odios” en la cual, la familia va primero. Sin embargo, al llegar no emitió sonido alguno, solo se sentó a esperar su comida.
Los cuatro estábamos en el comedor. Aquellos tres deleitándose y yo como siempre frustrada por el hecho de saber que aunque no quisiera tendría que comerme es maldito arroz.
“Una cena familiar es lo que todos esos bandidos y vagos que andan por la calle necesitan y más si tuvieran una familia como la nuestra”, es lo que solía decir mama al inicio de todas las cenas. Seguido del sermón, nos preguntaba a cada uno: “¿Cómo les fue en el día?” y luego seguía “¿Cómo me quedó el ARROZ? ¡Verdad que divino!” siempre volteaba a verme y lo único que yo hacía era bajar la mirada, pero aquel lunes no.
Ese lunes, con el tenedor que tenía en la mano, volteé a verla, de repente mi cuerpo se abalanza hacia el de mi madre, hundiéndolo en su ojo derecho una vez, seguida de otra y otra… pero ¿Por qué no otra vez?, si se siente tan bien. Sí se siente bien el ver la sangre corriendo por la cara de la mujer que te dio la vida y lo que más me gusto fue escuchar el “¡¡¡¡¡NNNNOOOO!!!!!” De ella y de María. Pero no fue suficiente, el plato de arroz que le había quedado “divinamente”, como ella decía, lo quebré en su cabeza, el romperse no fue impedimento para que yo le agarrara la cabeza y la azotara con la mesa, hasta que no se pudo mover.
Mi hermana por primera vez al verme no lo hacía con ese desprecio que sus ojos siempre dibujaron, lo hacía con miedo y me encantó verlo reflejado, sobre todo en ella. Agarré un vaso y se lo empiné en la nariz y comencé a golpearla hasta que su rostro se tiñó de rojo. Mi padre en todo ese tiempo, que pareció ser mucho, pero fueron solo unos minutos no hizo nada, nada, nuestras miradas se encuentran y él sólo regresó su vista para poder seguir comiendo, corro a la cocina por la olla de arroz y empiezo a darle golpes en todo el cuerpo con una satisfacción que jamás experimenté, un sentimiento que recorría todo mi ser y me hacía sentir muy bien conmigo misma. Paré de golpearlo cuando me cansé, creo que el infeliz se había dejado de mover veinte minutos antes de que yo parara. Hasta la fecha no sé por qué lo odiaba, simplemente lo hacía.
Hoy estoy aquí, en un lugar que llamo cuartel, ellos me protegen de que el arroz rojo no vuelva, ese maldito arroz rojo, arroz rojo, arroz rojo, arroz rojo, arroz rojo…

jueves, 5 de abril de 2012

Quincena- Mafer Morán

Al salir de la casa saludé rutinariamente a Doña Ester y a Don Simón, siempre quejándose de los pedinches “tocapuertas”.
-Siempre en la hora menos indicada ¿o no Don Simón?
-Así es hija, esos buenos para nada. Pero eso sí, bien puntuales cada quincena.
Mientras iba en el coche camino al trabajo, en cada esquina como garrapatas sobre el parabrisas: los lavacoches.
Esto me recuerda siempre a las películas de zombies, y me siento como si dentro del coche, a mi lado, así en un malentincito negro, estuviera el antídoto tan preciado.
Quiero acelerar, virar el volante, ir aplastando zombies con sus trapitos, cepillos y jabón en las manos.
-A la vuelta doñita.
-No, no, no quiero, gracias.
-¡Que no! ¡Le digo que no!
Y pienso: ¿Acaso mi boca no emite ningún sonido o qué?
-Págueme, deme aunque sea un peso o dos.
-Pero yo ¿por qué?
-Le lavé el coche güerita. Ándele.
-¡Pero yo ni lo pedí!
-¡Ahh!
Arranqué viéndolos manotear y chiflar groserías.
A la mañana siguiente salí a pasear al parque, seguro habría gente paseando perros, perros despeinados.
Corrí con el primero que vi, saqué mi cepillo y comencé a cepillar al esponjoso perro, el dueño inevitablemente se enojó, trató de decirme no, no, no moviendo su dedo de un lado a otro, gritando, con su cara roja; pero seguí cepillando al animalito enérgicamente.
Cuando medio terminé, ante los ojos sorprendidos, y enfurecidos del dueño, estiré la mano:
-¿Me da un peso o dos? Cepillé a su mascota- yo con la sonrisita satisfecha en la cara.
Recibí una mentada del dueño y un arañazo del perro.
Entonces comprendí el por qué era más fácil ser lavacoches.

martes, 13 de marzo de 2012

HECHICERA, CUENTO DE LOURDES GUTIERREZ

Ania, tiene 8 años y le fascina bailar como las gitanas. Pero hay algo que nunca le han gustado: los gatos.

Una noche Ania no podía dormir. Desde su cama observaba cómo el fino hilo de luz de la luna menguante alumbraba su habitación. De repente apareció de la nada una gata negra. Ania sorprendida se talló los ojos pensando que no estaba viendo bien. Pero frente a su cama la gata caminaba en círculos, ignorando a la niña, presumiendo sus patas largas y su cola peluda.

Ania no pronunció palabra; parecía como si el miedo la hubiera paralizado o tal vez había sido hechizada con los movimientos de la gata.

-No me gustan los gatos, mucho menos los negros, dijo al fin Ania con voz insegura tras un largo silencio

-Pero mis pasos te ha seducido -contestó la gata.

-¡Hablas! -dijo asombrada Ania.

-Miauuuu -maulló la gata negra.

-¿Quién eres? ¿De dónde saliste? ¿Qué haces aquí?

-¡Muchas preguntas! Soy Hechicera -respondió la gata.

-¿Hechicera? ¿Ése es tu nombre? ¿De dónde vienes?

-¡Demasiadas preguntas! He venido a regalarte un hechizo, puedo hacer magia, así que pide lo que quieras.

-¿Un hechizo? ¿El que quiera? ¿Por qué?

-Te he visto bailar y me han gustado tus bailes. -dijo Hechicera con envidia- Por eso estoy aquí.

Ania pensó por un momento y contestó:

-Mmmm, pues lo único que quiero es hacerte desaparecer

-¡Desaparecer! ¿yo? Nunca nadie me lo había pedido, dijo con voz nerviosa Hechicera. ¡Bueno!, si ese es tu deseo; pero antes quiero que bailes un poco, después bailaré un poco para ti y al final cumpliré tu deseo y desapareceré.

-¡Está bien!

Ania se bajó de la cama, tomó su pandero y comenzó a danzar. Sus movimientos eran precisos y bellos. Su camisón se movía ondeante al ritmo de sus caderas. El retumbar del pandero seguía el ritmo del cabello negro y ondulado de Ania. En sus ojos verdes se podía ver un gran esplendor y en su piel canela se reflejaba felicidad, pero no así para Hechicera.

Al final, después de que Ania hizo una caravana, la gata sonrió de manera muy fingida.

-Ahora es mi turno, dijo Hechicera.

Ania se sentó sobre la cama y esperó.

Y la gata comenzó… danzaba con un andar como si lo hiciera entre nubes. Sus movimientos eran muy suaves pero muy elegantes y a veces un tanto presumidos. La majestuosidad de la gata empezó a causar fascinación en Ania. En cada compás, la niña sentía un magnetismo hacia la desagradable bestia. Con cada giro, Ania iba siendo hechizada por la gata. Llegó el momento cuando Ania se sintió dominada por Hechicera, al fin la gata la había hecho su prisionera y se sintió rendida ante las patas del felino. Cuando Hechicera terminó, Ania no podía ni hablar.

-Ahora es tiempo de cumplir tu deseo -rompió el silencio Hechicera.

-¡Nooo! ¡Espera! -gritó Ania- ¡Nunca había visto un baile igual! ¿Dónde lo aprendiste?

-¡Otra vez preguntas! Será mejor que desaparezca…

-¡No, por favor! Tus bailes me tienen encantada…

-¿De veras? preguntó la gata sonriendo

-¡Claro! me encantaría bailar como tú. Por favor Hechicera, baila una vez más

La gata se sintió muy confundida con las palabras de Ania; en realidad sentía una gran envidia por la niña, pues los movimientos de Hechicera eran lentos como si expresara tristeza y pesadez, a diferencia de Ania cuyos movimientos eran rápidos y en donde la alegría y la soltura se podían ver.

-¡Basta! dijo Hechicera muy enojada

-¿Qué sucede? preguntó Ania intrigada

-Anteriormente yo podía hechizar a cualquiera con mi danza. Un día mientras bailaba la luna se fijó en mí y se hizo mi prisionera. Desde entonces todas las noches sale para verme bailar. Si le gusta mi danza, se pone llena y alumbra la noche con su luz. Es cuando está redonda y brillante que me siento encantada, vivo hipnotizada con su belleza, no puedo huir de ella. Sin embargo hay días que la luna rechaza mi baile y tan solo asoma un poco de su luz. Mi cabeza gira, me siento morir. Sólo en la luz de la luna llena encuentro la solución .Por eso he venido a llevarte para que todas las noches bailes ante la luna y esté siempre contenta y se acabe mi maldición.

-¿Llevarme a mi? ¿A dónde? ¿Cómo? Preguntó con voz temerosa la niña

-Además de bailar, ¿sólo sabes preguntar?

En su interior Ania sabía que la gata podía hacer cualquier cosa y sintió mucho miedo. Así que pensó un poco y le contestó:

-¡Está bien Hechicera! No volveré a hacer preguntas, pero quiero decirte algo:
Así es la luna, unos días la puedes ver completa y otros no, no es tu culpa, yo creo que tus bailes cautivan a cualquiera, hasta yo lo puedo sentir

-¿De veras? -titubeó Hechicera.

-¡Claro! sonrió Ania, te propongo algo: dame oportunidad de cambiar mi deseo.

-¿Cambiar tu deseo? Nunca nadie me lo había pedido. ¿Qué es lo que quieres ahora?

-Los días que la luna esté en su esplendor, baila hasta el amanecer a tu amada, pero los días que la luna no esté llena ven a visitarme y juntas bailaremos danzas gitanas para que después se las puedas mostrar. Tú me enseñas tu porte tan elegante, yo mi ritmo.

-¡Está bien! -dijo Hechicera al mismo tiempo que ronroneaba.

Y así fue, en las noches de luna llena Hechicera no visitaba a Ania; las demás noches bailaban juntas hasta el amanecer.

Una noche Ania escuchó que ocurriría un eclipse lunar. Para una niña de su edad, no era fácil entender muy bien qué era eso, sin embargo decidió observar la luna. Esa noche era luna llena así que Ania sabía que Hechicera no la visitaría, por lo que se paró de frente a la ventana de su habitación y esperó.

De repente una sombra negra empezó a tapar la luna, parecía como si un velo oscuro la cubriera. Desde su ventana, Ania distinguió los movimientos precisos y elegantes. Era Hechicera. La niña notó que la gata estaba bailando de frente y muy cercana a su amada luna llena. Entre ellas ya no había distancia, ya no era necesario conjurar con el baile a la hermosa luna llena. Unos momentos más tarde, Ania pudo ver cómo la sombra negra de Hechicera tapaba por completo a la luna.

En la oscuridad total la niña comprendió lo que era un eclipse. Lo que nadie nunca supo fue que el corazón de Hechicera había sido eclipsado por la luna. Esa noche fue la última vez que Ania supo algo de Hechicera.

martes, 21 de febrero de 2012

Cuento "Y Griega", por Rosy Hinojosa.

Con los oídos tapados y escuchando un zumbido de fondo, Leo y yo vamos bajando en su Nissan las cuestas de plan de barrancas rumbo a Culiacán. Después de tres horas de camino, para ahorrarnos la caseta, decidimos irnos por la carretera libre y no por la autopista, cruzando un poblado con un estrecho camino polvoriento.

―Definitivamente, la vida es una “Y griega”, no hay más que de dos sopas, vas por una vereda, de pronto llegas a una bifurcación, ¿a la izquierda o a la derecha? y en un instante se decide tu futuro. Si te equivocas en esa “Y griega”, nunca lo sabrás, porque no puedes regresar el tiempo.
―Suena muy trágico como lo dices, Susana.
―¡Claro que no!, medítalo. ¿Nunca has pensado cómo sería tu vida si te hubieras ido por el otro lado de la “Y griega”?. Imagínatelo: no haber estudiado en la escuela donde estuviste, no haber conocido a tus amigos, haberle dicho que sí a alguien que rechazaste, haber llegado tarde a tu cita de trabajo más importante… híjole para que le sigo…
―Pues sí…, pero para qué ponerse a pensar en esas cosas…
―Sólo quiero que entiendas, porque creo que es importante antes de tomar una decisión, estar bien plantado en el vértice de la bifurcación de tu ”Y griega” en turno, y decidir correctamente.
―No ¡La vida es un volado! Hay que jugársela.―dice Leo con gesto desenfadado.
―Pues sí, pero siempre existe el otro camino, y siento que va paralelo a mí aunque yo no lo haya vivido, quizás alguien lo hizo por mí, y me da curiosidad saber qué había en la otra opción.
―No filosofes. Este fué el camino más corto, el que la lógica nos indicó.
―Está bien…―me quedo con esa inquietud de quien no consigue hacerse entender. Doy por terminada la plática y enciendo mi ipod, para escuchar las últimas canciones que añadi.
―¡¡Cuidado, un caballo!! ―grito con una voz gutural, llena de pánico, mientras se escucha un rechinar de llantas…

No sé que esta ocurriendo. Siento algo muy pesado contra mi pecho y el correr de un líquido, espeso y caliente que sale de mi oreja derecha, mi cabeza, mi boca. Se me nubla la vista… cierro los ojos…


Creo que ahora alcanzo a ver la vereda de la izquierda ¡La veo!... desemboca en una carretera amplia, hay mucho tráfico, un campo lleno de milpas, un letrero con indicaciones…
¿Qué pasa?… ya no siento curiosidad por conocer las otras opciones. Poco a poco las empiezo a descubrir. Qué raro… estoy tranquila.

lunes, 20 de febrero de 2012

Reseña: El Cuaderno de Maya de Isabel Allende, por Silvia Cisneros

El último libro de Isabel Allende narra la historia de Maya, una joven de 19 años que ha pasado por todo lo malo que te puede pasar cuando eres una adolescente.
El libro está narrado por Maya en forma de diario, que comienza a escribir al mudarse de San Francisco, California a Chile.
Una vez más la autora narra el sentimiento de una familia que por situaciones políticas busca el exilio, sin embargo en este libro lo hace desde el punto de vista de una tercera generación: Maya.
Allende logra sumergirte en la lectura desde el primer capítulo, al ser una lectura fresca y ligera y como lector realmente piensas que Maya está a tu lado contándote su historia, (aunque a veces pareciera una persona mayor que una adolescente conflictiva) que es similar a una novela de misterio. Incluso al momento de tocar un tema tan trillado y real como lo es el problema de las drogas, no lo hace para crear consciencia si no porque son las cosas que pasan.
De manera que este libro lo disfrutas, te enojas con los personajes, lloras con ellos y estas a su lado hasta el final de la historia. No es un libro que innove pero si uno que te engancha y terminas sin pensarlo.

Cuento "El Subversivo", por Miguel Zapata

“Secretaría de Economía, trabaja para ti. Aviso para todo el personal: El próximo uno de diciembre entra en vigor el nuevo horario, de nueve a quince y de dieciséis a dieciocho horas, en el entendido de que el `reloj checador´ se implementará de manera obligatoria. (Y en letras pequeñas, nota: solo personal operativo)” Leyó en la mampara.
Cuando llegó a su centro de labores, (un sitio obscuro y húmedo con una puerta y ninguna ventana que hacía las veces de archivo y cuarto de aseo), encontró una nota: “Uri, favor de instalar el `reloj checador´ en la barra de la entrada”.
Ese primero de diciembre se cumplían seis administraciones de cabo a rabo, en los que Uriel Torres Jacinto, mozo de oficina pública “derrotaba a la máquina” como solía afirmar. Claro, era por él y no por otra causa, que de las doce secretarías de Estado la de economía era la única cuyo personal no checaba la hora de entrada y salida, situación que le llenaba de orgullo, por lo que no se cansaba de decirlo. “Un pequeño triunfo es lo que necesitamos los clase-medieros para seguir en la lucha, y el mío, de pequeño no tiene nada”, alardeaba cuando salía a colación el tema del dichoso reloj.
Frases como esa, sumada a su no basto pero suficiente repertorio de tres (véase su contexto), ganaron para él el mote de “el Subversivo”, palabra que sería difícil de explicar en el léxico de una manada de burócratas de poca monta, a no ser por la presencia de los estudiantes de la UNAM, que con frecuencia hacían su servicio social en el lugar.
Tras unas elecciones difíciles y cerradas, seguidas de una controversial decisión del tribunal electoral, se declaró válida la elección presidencial.
-¿Licenciado González Almaraz?
-A sus órdenes.
-Compadre, te tengo una buena y una mejor.
-La mejor ya la se, así que écheme nomas la buena, señor presidente-, dijo Jaime haciendo un gran énfasis en le última parte de su frase.
-La buena, claro: que Jaime González Almaraz ya no será un pinche subsecretario de energía.
-…
-No te me acalambres, señor secretario de economía.
-…
-Jaime, ya se que tienen mala fama, pero las instrucciones son sencillas: tú me los maquillas, que den buena imagen (véase el discurso oficial del partido en el poder), el resto lo manejo yo.
-Gracias por la…
- Ni lo menciones Jaime, me lo pagas con lealtad y tus cuotas al partido, ¿entendido?
-¡Entendido!
El primero de diciembre de mil novecientos ochenta y seis: el licenciado Jaime González Almaraz se presentó en privado y uno por uno con los mandos medios y altos.
Mientras tanto, Uri desempolvaba su discurso para mandar de nueva cuenta el “reloj checador” a la nevera.
Como no llegaba su turno, (lo que era natural, debido a su puesto: veintiocho de veintiocho en el escalafón), cerca de las tres de la tarde pidió a la secretaria particular, también de nuevo ingreso, que le anunciara con el titular. Llegaba el momento de su apoteosis sexenal.
No tenía mucho de que hablar, Uriel sabía que sus ideales de igualdad ahí poco valían, que el mentado licenciado González Almaraz no era el primero entre los iguales, sino solo el primero, el titular. Por su parte, Jaime estaba cansado, tomar las riendas de una oficina pública no le fue tan sencillo como imaginaba. Pero aun así, a pesar de que le parecía inusual, no se negó a dar audiencia al más humilde de entre sus nuevos súbditos.
-Adelante- dijo con voz firme, emulando la dureza que tanto admiraba del señor presidente.
De inmediato Jaime lo notó: sus vestiduras evidenciaban que la brecha entre ellos dos no sólo era ideológica. El aspecto sencillo, tirándole a pauperoso, contrastaba con el traje de diseñador y los zapatos italianos.
Justo antes de comenzar con su disertación, tendiente a eliminar el “reloj checador”, Uriel recordó su apodo tan bien ganado, y repitió para sus adentros “¡soy Uriel, el Subversivo Torres!”, pero a diferencia del licenciado González Almaraz, no vio las marcadas diferencias, sino la única y repulsiva similitud que entre ellos existía.
Después de tantos años, por fortuna o por desgracia lo notó. Y es que, al ver al titular, lo tomó por sorpresa el crudo sabor de la verdad que lo situaba (en relación a sus veintisiete superiores), en el extremo menos favorecido de la misma línea.
-Usted y yo somos iguales licenciado-, dijo Uriel con el rostro un tanto descompuesto y la voz franca, -sabemos sólo una cosa.

Hizo una pausa.
-“Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”- esta frase vio morir al “Subversivo”, y a la postre le consiguió a Uriel un decente aumento.

RESEÑA:"LA PEOR SEÑORA DEL MUNDO" de Francisco Hinojosa, por Lourdes Gutiérrez

Cuentos infantiles: historias que hablan de héroes y princesas, de brujas y magos, de animales con voz y de finales siempre felices. La mayoría de los escritores infantiles parten de la premisa de que un cuento debe llevar una moraleja, donde el nudo de la historia no permite mostrar el otro lado de la moneda, el que nadie quiere ver ni mucho menos tocar, haciendo de los cuentos infantiles una fotografía de un mundo irreal, lleno de fantasía y falsedad. Con el afán de no lastimar a los niños, de no hacerlos sufrir, vedamos su realidad y los educamos basándonos en falsos cimientos de lo que en verdad es la vida, de los problemas que ellos enfrentan día con día, como es hacerse pipí en el calzón, comerse un moco o pegarle al compañerito que le ganó un material en el salón de clases. Francisco Hinojosa, escritor mexicano, decidió romper con todos estos paradigmas y hablar acerca de "lo prohibido" en la infancia. Con su libro "La pero señora del mundo", Hinojosa presenta una mujer tan mala que le exprime limón en los ojos de sus hijos, apaga su puro en el ombligo de los taxistas y echa carne podrida a los perros, presentando así a los niños una realidad que existe y que no podemos guardar en el desván. Este libro fue escrito en 1992 y tardó varios años en ser aceptado, hubo un momento en que las instituciones educativas, así como los padres de familia prohibieron a sus infantes que leyeran dicho cuento. Hoy vemos pequeños entre 5 y 6 años de edad que han optado por tener a "la peor señora del mundo" como su libro favorito y en donde dicha historia ayuda a los lectores a enfrentar un verdadero problema no con varitas mágicas de nuestras hadas madrinas ni con brebajes de brujas con nariz de gancho y verrugas, sino con acciones concretas por parte de cada uno enfrentando la realidad.

jueves, 16 de febrero de 2012

ARTÍCULOS Y CURIOSIDADES

Aquí les dejo los links para que lean algunos artículos interesantes y ciertamente divertidos acerca de la literatura y los literatos:


LOS INSULTOS LITERARIOS:

http://www.revistadelibros.com/articulos/los-frutos-amargos-de-la-dulce-ira

CÓMO COGERSE A UN ESCRITOR MEXICANO:

http://www.apolorama.com/2012/01/tryno-maldonado-como-cogerse-a-un-escritor-mexicano/

BEBO, LUEGO... ESCRIBO?

http://www.filmica.com/jacintaescudos/archivos/005145.html

ARMANDO ALANÍS PULIDO



Uno de los objetivos del curso es empaparse de la cultura actual, asistir a la mayor parte de lecturas, exposiciones, eventos etc. para estar bien informados y desarrollar el juicio crítico y la solidaridad entre artistas y público.

En esta ocasión, incluyo una reseña escrita para la presentación del libro "Nada qué Ocultar", del poeta Armando Alanís Pulido, a la cual asistieron algunos de los alumnos:


EL LENGUAJE DE LO VISIBLE Y LO INVISIBLE


En estas líneas, más que hablar del libro como un elemento descontextualizado y aislado del resto de su trabajo, me propongo hablar de la obra y el estilo que caracteriza a Armando Alanís Pulido.

Desde siempre, la gráfica y la literatura guardan una relación sumamente estrecha: Graphein.- (vocablo griego) significa escribir. De este derivan graffiti y graphicus (o gráfica). La escritura es una representación gráfica.

Esto resulta evidente en “Nada qué ocultar”, cuya propuesta visual es notoria en cuanto a la disposición de elementos, espacios, numerales y la interrelación de los poemas con las referencias; como también en el paisaje urbano de Monterrey.

La época actual, marcada por su irreverencia aparente, todavía nos impone algunos obstáculos y reglas que Armando parece determinado a romper. Aún la libertad del verso contemporáneo resulta un esquema superable, y las páginas y las publicaciones editoriales no resultan suficientes para llegar al lector, para integrar al arte a la vida cotidiana.

1.- “En México las editoriales que publican poesía, hacen tirajes que van de los quinientos a los tres mil ejemplares, y una barda pintada en una de las principales avenidas de la ciudad de Monterrey, puede ser leída por trescientas mil personas diariamente..."
2.- “Creo que las cosas existen a partir de que uno las nombra, y al incluir el decir en los hábitos de existencia, uno revitaliza lo ya nombrado y a su vez se crea un mundo en el que se puede crear y creer... Es cierto, todo está dicho, pero no todo está escuchado y en esa premisa se amplían los límites del lenguaje y los límites de quienes entienden el poder de las palabras...”

Estos fragmentos de entrevista parecen explicar las dos líneas que definen los textos de Armando; la primera, el arte urbano, que se vive, respira y es accesible a todos: el lenguaje sencillo y directo del movimiento Acción Poética.

Y la segunda, que aparece en sus libros; un trabajo más rico, impregnado de obsesión por las formas, lleno de referencias, culteranismos y modernismos, que refleja sus preocupaciones filosóficas, lingüísticas y de experimentación.

Ambas líneas, a primera vista independientes, tienen en común dos cosas: la propuesta (innovadora) y la transgresión de las barreras entre la música, la gráfica, la literatura, la acción y la filosofía.

Y es que el autor parece conocer muy bien la función del lenguaje y su incidencia en los distintos ámbitos.

ACERCA DE LO VISIBLE:

El espíritu del graffiti ha sido desde siempre transgresor y contestatario. Con antecedentes tan antiguos como la humanidad, en ocasiones utilizado para la denuncia política, las demostraciones anárquicas, e incluso declaraciones amorosas, para Armando resulta un vehículo poético.

Con pintas de versos en las paredes de sencillez (tanto verbal como visual), la contundencia del slogan, y con la premisa de llevar el arte a la vida cotidiana, desde hace 15 años el movimiento Acción Poética ha modificado el paisaje urbano y entusiasmado a la juventud diciendo: “Poesía somos todos”, haciéndolos leer y sentirse incluidos. No se justifica, en cierto modo violenta e impone una estética propia, pero en esta imposición reside su sentido. Y el hecho de generar innumerables reacciones, (positivas y negativas) nos hace darnos cuenta de sus alcances.


ACERCA DE LO INVISIBLE:

En el libro “Nada que Ocultar” (a diferencia de trabajos anteriores, más sencillos en su planteamiento), nos encontramos frente a una propuesta gráfica que deja por momentos al lector fuera, con un fraseo encriptado que lo remite a otras lecturas, a otras experiencias para luego situarlo justo en medio del poema. Nuestra intuición nos indica que hay algo más (paradójicamente) oculto, entre los elementos. Se trata de un rompecabezas en el cual, en ocasiones, la referencia habla mejor de la frase que la frase misma, mientras a la par, se traza un mapa (estético y cercano al caligrama) en el que la posición de los numerales guarda relación con lo escrito, y las acotaciones bien podrían formar uno o varios textos autónomos que, sin embargo, amplían y alumbran el poema del autor.

Finalmente habrá que añadir que el arte no es arte sino hasta que es presenciado (o experimentado) por un tercero. Me parece que no cabe duda que el movimiento Acción Poética es experimentado por miles de personas diariamente. Y ahora tenemos la oportunidad de experimentar también este libro.

miércoles, 15 de febrero de 2012

INICIANDO



Con este post, damos la bienvenida a los alumnos del curso "Experimentación Literaria y Creatividad", para que puedan comenzar a publicar sus textos, así como a los seguidores del Faro del Desierto y demás lectores interesados.

Siéntanse libres de dar sus opiniones, enviar noticias, imágenes, sugerencias e incluso textos para ser tallereados (siempre con buena vibra y espíritu de crítica constructiva).