Aquí abajo, en la tierra: nuestro infierno
El desvelo no es una opción
Es un libro mártir como lente sobre ojos
Luces que rayan la ventana de un enfermo
Espirales del saberse sólo.
Una mandrágora grita la próxima muerte
Y el Valium de la calma navega sobre la
lengua.
Aquí el desvelo no es opción:
Es el ojo de la noche que no se cierra
Un mimetizado color venenoso
Un trago líquido de placer corrosivo
Y luego, un ojo vigilante, otro que sueña
Y todo lo ven a través del cuerpo.
Aquí la hoja da vuelta en una elipse sin
fin
El cigarro, el mezcal, el nuevo orden de
las cosas
Pero nada importa más que la cronología del
sueño.
El desvelo es aquí y no hay opción
De
llorar espermas sin notar la vida próxima
La fase fálica del inconsciente sexual
Soltar el vuelo a las copas de los árboles
A las aves suicidas de la razón.
Unos ojos de eras prehistóricas se miran
modernos
La vulnerabilidad de un estadio piagetiano
perdido
7 días en vigilia mundana de la pupila y
parpados.
(Otro
mar de horas se disuelve gancho al hígado
Otro
YO naciente en la multitud de esporas
Otro
más desnudo de sílabas muertas
Otro
sintagma del nombre escrito en humo
Otro
envejecer despierto sin morir de noche)
Aquí es desvelo la oruga del mañana que
nace
No hay otra opción más que pegarse al
silencio infinito del poema
No nacer del sueño blanco de un romance
(El amor no será para nosotros mientras no despierte).
No es más que la hora de hundir los ojos en
cloroformo
Volver metano el sueño sin ninguna espera
Declamar un verso sobre el magma del cuerpo
Escribir y escribir sobre los senos de la
muerte
Y adentrarse en las piernas abiertas del
delirio.